Bellas artes en Miami

Cae la tarde sobre las palmeras de Collins Park y la Orquesta Sinfónica de Miami toca “La marcha imperial”, de Star Wars. Detrás de los músicos, en la entrada del Bass Museum, se lee Eternity Now (Eternidad ahora), una escultura de neón de la artista suiza Sylvie Fleury. La gente está sentada sobre el pasto o en lonas. Algunos trajeron sillas plegables y picnic. La chica de sombrero de plumas se come una zanahoria y los venezolanos de la esquina abren un tupper con arepas. Los rodean un ciervo gigante y un ajedrez, entre más de 20 obras de arte de gran escala. El Collins Park tomó forma de instalación urbana mientras dura la remodelación de 75 millones de dólares que añadirá un 30 por ciento de espacio al Bass Museum. El arte salió al parque. Se compra y se vende más arte que nunca. Sylvester Stallone, el mismísimo Rocky, declaró que gastaría algo de cash en arte al entrar en la última Art Basel. El arte está de moda y todos quieren su obra. Miami tiene una nueva obsesión: el arte.

Con más de diez museos y colecciones privadas y ferias y galerías en todos los barrios, la ciudad se transformó en una plaza influyente en el calendario mundial del arte. En los últimos diez años –la llegada de Art Basel en 2002 fue decisiva– se transformó en un destino cultural donde los grandes arquitectos del mundo ya tienen obra. La firma suiza Herzog & de Meuron construyó el espectacular edificio del Pérez Art Museum frente a la bahía Bizcayne y el parking 11/11 al final de Lincoln Road. Frank Gehry puso su sello en la casa de la New World Symphony y Sou Fujimoto en el Miami Design District. Rem Koolhaas tiene a cargo el centro de arte que Alan Faena inaugurarará en octubre, Foster desarrolló un condominio de 18 pisos y el arquitecto mexicano Fernando Romero construye el LAAM, un nuevo museo de arte latinoamericano. A los grandes proyectos se suman condos seis estrellas, como la torre de Zaha Hadid, que tendrá más de 60 pisos, y las residencias de lujo Auberge y Hyde, en Midtown.

Mientras cruzo la Mc Arthur Causeway hacia Wynwood, el barrio de moda, cuento catorce grúas y paso frente al Centro de Artes Escénicas Adrienne Arsht, diseñado por César Pelli, cerca de donde funcionará la estación del tren de alta velocidad a Orlando desde mediados de 2017. Miami parece un laboratorio de arquitectura. Millonario.

Queda desenfocada y anacrónica esa ciudad barata a la que se mudaban los jubilados en busca de buen clima, incluso la ciudad de las compras, incluso el mayor puerto de cruceros del mundo, incluso la Miami kitsch de los 80, incluso la ciudad de los latinoamericanos, incluso la ciudad de los cuerpos esculpidos, los gimnasios vip y los night clubs. A todo eso, la ciudad de Gloria Stefan suma una faceta culta, o quizás sólo otra categoría de consumo.

Miami es una de las ciudades estadounidenses que más crece. Además de los cubanos, venezolanos y ecuatorianos, que son miles, están los judíos argentinos, que coparon la zona de Aventura, al norte de Miami Beach, los rusos que vienen a invertir, los lituanos que manejan taxis, los japoneses que estudian inglés y una generación de latinos de veintipico que apenas habla español. En Miami se puede escuchar “morido” en lugar de muerto, “chanx” para referirse a las chancletas y “qué cute” cuando algo es lindo y tierno. Pero lo que más se escucha hoy es: proyecto, construcción, condo, experimental, colección, Pérez Art Museum, curador, concepto, galería, art-dealer, arte.

Florencia Kaplan es argentina, galerista, y se mudó a Miami hace un año y medio. Tiene un show room y uno de sus artistas, Mariano Ferrante, trabaja por estos días en una gran pintura para el lobby de un edificio de oficinas en Aventura.

–El arte no se miamizó, Miami se volcó al arte.

Dice Kaplan y agrega que el arte se percibe como una “diferenciación”. Quizás por eso hay muestras en el aeropuerto, en las vidrieras de la farmacia Walgreens y en todos los hoteles que visito y en los showrooms de venta de los nuevos condos. Hay exhibiciones en los restaurantes, en los bares, en los negocios de ropa, en las veredas, en las paredes, en la estación de bomberos de Coral Gables. ¡Hasta en los estacionamientos!

Como si recién lo descubriera, Miami está fascinada con el arte.

Fuente: Lugares De Viaje